Una de las más agradables sensaciones de escribir para Expertos.TV es el resultado de discusiones que siempre despierta la Televisión. Se habla de ella con la pasión que ningún otro medio genera.

Recibo decenas de correos electrónicos de personas que niegan ser televidentes. En todos los mensajes encuentro coincidencias con mi manera de ver la Televisión y criterios que no comparto, pero que me permiten profundizar en la responsabilidad que tenemos quienes trabajamos para esa pantalla que acompaña a todos los hogares del mundo. Una de las discusiones más frecuente hace referencia a la responsabilidad de la Televisión en la formación de las nuevas generaciones.

La Televisión comercial tiene ese sentido de negocio, como lo tiene un periódico o una revista o cualquier programa de radio. Cumple -no necesariamente obedece- con ciertos intereses comerciales, pero, contrario a los que algunos piensan, no se somete a ellos. Si lo hace, está condenada al fracaso. Lo puedo asegurar después de estar más de treinta años en la producción de programas. A la Televisión le exigimos más allá de la lógica. Defiendo la idea de esa exigencia porque su impacto en las decisiones es tan intenso que merece todas las exigencias.

Sin embargo, la Televisión no es un programa, ni un minuto, ni un día, ni un canal, ni una compañía ni un dueño. La Televisión tiene la virtud de ser tan diversa como tantos canales y programas tiene, y a la vez todos ellos son un reflejo de nosotros: superficiales, cursis, amarillistas, profundos, investigativos, simpáticos, egoístas, ilógicos, científicos, tristes, relajantes, anecdóticos, aburridos, pesimistas, entretenidos, parciales, equilibrados… Cuando se acusa a la Televisión de todos los males con vehemencia, dejamos fuera los mejores conceptos de la Televisión comercial como podría ser Discovery Channel o algún canal o programa que seguramente a a los propios críticos gusta y valoran positivamente. Pero la mayor contribución de la Televisión -digamos que su momento de saldar esas deudas que insisten tiene la Televisión con la sociedad- es evidente cuando llegan las catástrofes y suma a personas para que se solidaricen, o cuando podemos conocer una epidemia como la influenza humana, o al delincuente que aparece en el video y todavía no ha sido arrestado, gracias aese bombardeo televisivo sobre consecuencias y prevenciones.

La imperfección de la Televisión no es permanente y hay muchos ejemplos por los que vale la pena la Televisión comercial: el entretenimiento más simple es una necesidad humana, de ahí el éxito de las redes sociales y los videos juegos.

Casi nadie le exige al cine que sea educativo o que cumpla una función social, y menos a la Internet, porque la web creció bajo la sombra de un medio sin censura y con eso basta para que podamos usarlo para investigar o para ver pornografía, sin tantas protestas, asumiendo con tranquilidad que conviva entre nosotros.

A la Televisión sí se le pide todo lo que a los demás no. Tiene una carga individual porque finalmente habita en nuestra casa como cualquier familiar o amistad cercana. Incluso es más cercana que la familia: quienes prefieren la soledad conservan en el silencio de su cuarto alguna tele que los acompañe cuando no quieren ver a alguien más.

En una entrevista me preguntaban qué podría responder a los que piensan que la Televisión debería tener un sentido más educativo. En resumen explicaba que lo peor que sucede es que casi todos aquellos que se oponen críticamente a la Televisión comercial, no pueden responder cuando les pregunto cuáles son los programas de las televisiones públicas -culturales- de su ciudad. Hay un secreto para contribuir fácilmente a expandir la producciones educativas o culturales: viéndolas. Si más personas las conocieran y las divulgaran, no dejarían de existir. Pero no ocurre así. La Televisión se parece a ese familiar con el que siempre discutimos porque a veces es necio y a veces peor. Pero al que no podemos dejar de sonreirle cuando el día de nuestro cumpleaños es el primero en llamar para darnos los buenos días con un sencillo felicidades.

Sin la pasión de millones de televidentes no existiría la Televisión, esa que tenemos y que nos tiene. Esa que siempre está en deuda con nosotros como nosotros le debemos a la sociedad no ser mejores seres humanos.

Por Alexis Núñez Oliva, Productor Ejecutivo 

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