Escribir cada semana esta columna sobre la Televisión, en un intento a veces por revelar sus interioridades y en otras por realizar sólo un análisis ligero, me ha llevado a reafirmar los problemas comunes de nuestra industria que a veces creemos son únicamente locales. Recibo diariamente correos de varios países del mundo, en total desde más de cuarenta naciones. Me escriben expertos, productores, escritores y personas del público.
Los televidentes expresan desde su molestia ante la programación televisiva en sus países hasta la crítica sobre la repetición de los mismos temas en las historias de las telenovelas. Pero uno de los problemas que más me abordan quienes trabajan en Televisión es la falta de personal especializado frente al crecimiento de la producción. Un verdadero conflicto para compañías grandes y chicas de Televisión en cualquier continente del mundo. La ausencia de formación profesional para la Televisión reduce las posibilidades de muchas personas que quieren entrar en este mundo maravilloso de imaginación donde se crea para millones de espectadores, a la vez que deja nóminas incompletas que no cubren todas sus plazas a lo largo del año.
En general, hay un profundo déficit de profesionales de la Televisión. Escasean los ingenieros de sonido y los directores de cámaras, pero tampoco se encuentran buenos realizadores disponibles o expertos editores capaces de dar a la imagen un ritmo moderno.

Desde Estados Unidos me cuentan ejecutivos de dos de las principales cadenas de Televisión en español, que no consiguen fácilmente redactores en nuestro idioma y pierden muchas horas entrevistando y haciendo pruebas a personas que no terminan de cumplir los requisitos. Coincidentemente en México, Venezuela y Colombia algunos productores me han confesado tener vacante más del treinta por ciento de sus plazas, sin poderlas ocupar, lo que no sólo afecta finalmente la calidad del trabajo, sino que provoca saturación de trabajo sobre los que están. Como si no fuera suficiente, la industria de la Televisión latina necesita personas jóvenes, que entiendan las nuevas tecnologías, se adapten a ellas y las asuman creativamente para el desarrollo de la Televisión.

No hay universidades de la Televisión. Nuestra industria suele abastecerse con graduados de Comunicación y Periodismo, pero que llegan a la producción con bajos conocimientos prácticos, escasa teoría y requieren años de entrenamiento para conseguir resultados, lo que termina por convertirse en una nueva carrera profesional que le cuesta a las compañías errores frecuentes al aire. En mis últimos diez años al frente de programas y canales de Televisión he tenido decenas de plazas sin ocupar, esperando la persona ideal para cada una de ellas, entrevistando varios centenares de aspirantes y ofreciendo a quienes no tienen experiencia la oportunidad de ubicarse en este aparente mundo de puertas cerradas.

La Televisión mundial sigue en crecimiento. Con las nuevas tendencias muchos diarios impresos que se leen en la red ahora crearon su espacio de Televisión y graban y reproducen noticias en video, hacen sus propios programas. Conozco de varias empresas telefónicas en Latinoamérica que están preparando foros de Televisión para ofrecer programación propia a través de su servicio, como un valor agregado, ante la posibilidad actual de vender telefonía, Internet y Televisión.

En España he conocido de los esfuerzos individuales de varios nuevos canales locales con un sentido más cercano a la hora de abordar sus temas, iniciando transmisiones vía Internet, con avances muy interesantes. El crecimiento de ofertas de trabajo en Televisión amenaza con aumentar. Ante esta realidad, todos los interesados en trabajar en la producción de programas deben aprovechar el momento y estudiar, superarse, informarse, mientras quienes tenemos la responsabilidad de contratar seguiremos buscando con lupa dónde están los nuevos trabajadores que garanticen al público una programación contemporánea y de calidad que haga más entretenida la vida.

Por Alexis Núñez Oliva
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