El mundo se globaliza mientras la Televisión disminuye su radio de acción. No reduce su influencia, pero se especializa en zonas geográficas como nunca antes. La crisis económica es un gran golpe para las grandes compañías de Televisión y una excelente oportunidad para las pequeñas cadenas locales. En momentos donde el efectivo escasea, las producciones costosas no encuentran recursos. Los aparentes costos controlados y rentables hasta ayer, hoy resultan altos. En cambio, las pequeñas estaciones de Televisión local están disfrutando el placer de producir a bajo costo. Sus clientes llaman para invertir los mismos recursos que tenían, pero con una mayor cantidad de impactos al aire, llegando al target preciso de cada localidad.

Las grandes compañías no pueden reducir sus costos porque están encerradas en operaciones caras aunque produzcan menos. Es la trampa del corporativo. Las pequeñas tienen menos aparato administrativo, menos oficinas y menos pasillos. Pueden prever desde el gasto de luz y agua hasta la reutilización de un casete de video y la productividad por hora-hombre. La fórmula de siempre adquiere mayor vigencia: producciones menos costosas es igual a espacios comerciales más económicos, con mayor volumen de exposición de las marcas y mejor margen de utilidades para las productoras de Televisión.

He tenido la posibilidad de viajar por algunas ciudades, visitar grandes y pequeñas compañías de Televisión y conocer formas de organización tan distintas, que cada una puede constituir la negación de la otra.

Algunas de las más conocidas compañías productoras de programas y series en inglés están frente a la disyuntiva de cómo seguir produciendo historias conocidas que cuestan tres millones de dólares por capítulo con un presupuesto real que no rebasa los trecientos mil dólares disponibles debido a la crisis de sus anunciantes.

Sus ejecutivos se rompen la cabeza y no tienen ni idea de cómo resolverlo. Menos dinero –dicen- significa menos calidad. Y temen que cuando pase la crisis, sus patrocinadores no quieran volver a pagar las tarifas que hasta ayer aceptaban. Pero los pequeños canales de Televisión están usando este momento para ganar ventaja. Sus creativos y socios producen más programas a menores costos, buscan talento desempleado y ofrecen a sus clientes llegar a televidentes cautivos locales identificados con mejor precisión por sectores de edades y niveles socio económicos.

El futuro de la Televisión no es negro, pero es local. Las cadenas nacionales, con grandes producciones, están perdiendo puntos de rating en las ciudades más importantes, frente a las televisoras locales que vencen con programas de bajo costo y alto impacto popular. En Estados Unidos la mejor cosecha se está recogiendo de la televisión en español. Algunos empresarios han descubierto una verdadera mina de diamantes y ofrecen costos de tiempos comerciales por debajo incluso de los costos de la radio. Próximamente escribiré sobre algunos ejemplos de los canales que están poniendo a temblar las decisiones de las grandes compañías de Televisión.

Por Alexis Núñez Oliva
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