Los bruscos cambios de programación y la ruptura de hábitos de los televidentes, con las urgencias de los anunciantes sobre determinados conceptos y contenidos, ha hecho que la industria de la Televisión atente contra el proceso creativo, sistema fundamental para sacar al aire una buena idea. Escritores, productores y elencos enfrentan en ocasiones las decisiones de los ejecutivos con sorpresa. La respuesta los vuelve improvisadores, dejando un espacio cada vez mayor a los proyectos surgidos sin análisis, ni estudios de mercado, ni trabajo en equipo.
Muchas empresas de Televisión parecen más empeñadas en estrenar nuevos programas que en conseguir estrenos que les garanticen permanencia de años, posicionamiento de marca, filiación sentimental con determinado título, personaje o conductor.

Los conflictos que enfrenta hoy el proceso creativo son varios y cada vez con más frecuencia.
Pocas televisoras conceden importancia a las áreas de trabajo, la iluminación de las oficinas y al buen ambiente visual por desconocimiento y falta de una visión renovadora a veces, por escasez de recursos materiales las menos. Quienes escriben y producen no requieren de grandes espacios ni ventanales que se asomen al mar ni paisajes de bosques y montañas -aunque son imágenes idílicas relacionadas con la armonía-. Lo que sí necesitan es un ambiente creativo, donde las áreas para crear estén separadas de la administración y las llamadas telefónicas externas. El proceso creativo, que comienza con una idea, requiere obligatoriamente una continuidad, que suele seguir con escribirla, elaborarla, a veces investigar y finalmente discutirla antes de presentarla para su aprobación y producción.

Si bien es cierto que buenas ideas pueden surgir de repente, también se ha demostrado que una idea debe pasar por la incubación para seguirse desarrollando. El proceso se completa con la asociación y evaluación de todas las ideas, la investigación, la transformación de las propias ideas originales y finalmente la ejecución de las ideas analizadas y seleccionadas como válidas para el proyecto. En la industria moderna de la Televisión percibo poco respeto por el proceso creativo, y ese poco respeto, en general, no tiene un fundamento despectivo. Se basa en un desconocimiento de los orígenes y caminos del desarrollo de la creatividad, por falta de una formación académica de quienes a veces toman las decisiones.

La carencia de espacios y tiempos para el proceso creativo termina en la producción de programas repetitivos, ideas poco originales o sin terminar, dando finalmente un mal resultado al aire y aburriendo al televidente frente a productos que no le dicen nada nuevo, que no le sorprenden, haciéndole perder la ilusión en determinado género o canal de Televisión. Es urgente en la mayoría de las compañías de Televisión de habla hispana un análisis profundo y meditado sobre la importancia del proceso creativo, para descubrir qué deben aportar hasta conseguir las condiciones necesarias que garanticen el desarrollo de mejores ideas. Millones de dólares y euros recorren el mundo en transacciones económicas para comprar tecnología y equipos que permitan producir y ver mejor la imagen de la Televisión cada año, y ese ímpetu por lo nuevo hay que aplaudirlo y conservarlo.

Lo curioso es cómo en los planes de inversión no suelen considerarse con la misma fuerza los recursos necesarios y renovados para que las áreas de trabajo cumplan con los requisitos que exige el desarrollo del proceso creativo. Todas las compañías del mundo tienen acceso hoy a la mejor tecnología y los precios entre sistemas de edición, cámaras y equipos para foros son tan variables, que dejan a casi todas producir con calidad.

Así como se conoce y entiende que un programa de Televisión debe escribirse, grabarse, editarse y post-producirse -como regla general- se desconoce que el proceso creativo también lleva una serie de pasos que cuando se ignoran muestran un producto incompleto y hasta mediocre. La única diferencia entre televisoras seguirá siendo el talento contratado, desde el elenco hasta los escritores y productores. Invertir en ellos para que tengan mejores condiciones de trabajo es una forma sabia de invertir en mejores ideas que todavía no existen y que quizá están por venir… esperando únicamente la oportunidad de cultivarse.

Por Alexis Núñez Oliva
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